Plaza Mayor con la Torre Bujaco, la Torre de los Púlpitos, la torre de la Hierba y el Ayuntamiento
La ciudad vieja de Cáceres fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986, ya que es uno de los conjuntos urbanos de la Edad Media y del Renacimiento más completos del mundo. La Concatedral de Santa María, el Palacio de las Veletas (Museo provincial de Cáceres), los palacios de los Golfines (de Arriba y Abajo), la Casa del Sol, la Torre de Bujaco o el Arco de la Estrella son algunos de sus monumentos más notables. Asimismo, destaca por ser la sede del Campus de Cáceres y por su dinámica vida cultural en el conjunto de la comunidad autónoma.
Dentro del término municipal, la ciudad de Cáceres se encuentra al norte, entre un enclave del término municipal de Casar de Cáceres y el término enclavado de Sierra de Fuentes. El municipio cuenta con tres pedanías: Rincón de Ballesteros, al sur del término cerca de Carmonita y Cordobilla de Lácara; Valdesalor, entre la ciudad de Cáceres y el término de Aldea del Cano; y Estación Arroyo-Malpartida, al oeste en una esquina del término entre Malpartida de Cáceres y Arroyo de la Luz
Algunos documentos sitúan el origen de este templo en el siglo XII, aunque los restos primeros que se conservan deben fecharse bastante más tarde, en el siglo XIV
Monasterio de San Francisco el Real
El monasterio franciscano fue fundado por el fraile valenciano Pedro Ferrer con la ayuda del noble local Diego García de Ulloa y del obispo Íñigo Manrique de Lara, autorizado por bula del papa Sixto IV el 3 de diciembre de 1472. El edificio fue construido principalmente durante el reinado de los Reyes Católicos con el mecenazgo tanto de las familias nobles locales como de importantes personalidades foráneas, destacando el apoyo del cardenal Mendoza.
La fundación del monasterio no fue sencilla, ya que en Cáceres no existía en aquella época mucho interés por establecer órdenes religiosas. Junto con la falta inicial de patrocinadores interesados, el principal obstáculo estaba en el fuero de la villa otorgado en 1229 por Alfonso IX de León, que limitaba los derechos de propiedad de las órdenes en la villa para evitar posibles reclamaciones territoriales de la Orden de Santiago como herederos históricos de los Fratres de Cáceres. Tampoco ayudaba el hecho de que la rama femenina franciscana había fundado ya un convento en el interior de la villa en 1449, el convento de San Pablo. Pese a todo, el propio concejo de la villa terminó dando el visto bueno al proyecto.
Hospital de los Caballeros
La primera presencia humana en el territorio de lo que es hoy en día Cáceres se remonta a la Prehistoria. En la zona del Calerizo existen varias cuevas, como la cueva de Santa Ana, que posee la presencia humana más antigua de Extremadura, en torno a un millón de años de antigüedad, la Cueva de El Conejar y Maltravieso (descubierta en 1956 por el académico y cronista oficial de Cáceres Carlos Callejo) donde se han encontrado vestigios pictóricos de manos humanas, con la particularidad de que tienen el dedo meñique oculto bajo una capa de pintura (en el pasado se pensaba que se trataba de amputaciones). La datación de estas pinturas comprende varias etapas del Paleolítico Superior. En la cercana cueva de El Conejar se han hallado algunas cerámicas y utensilios líticos que datan la ocupación de la cueva en el Neolítico Antiguo (VI-V milenio a.C.), tampoco hay que descartar la posibilidad de que fuera ocupada durante el Epipaleolítico. Posteriormente algunos cráneos trepanados y cerámicas decoradas apuntan a que la cueva de Maltravieso fue también ocupada durante la Edad del Bronce.
Presenta su fachada principal, de estilo renacentista, hacia la plaza de Santa María. En esta portada de 1587 se distingue un arco de medio punto con dos hileras de sillares almohadillados enmarcados con dos columnas. Dentro del conjunto, dos medallones con figuras de lo que parecen dos indios americanos, hombre y mujer, dan idea de la participación de la región en la colonización de América. En el friso superior se lee el nombre del obispo de la diócesis de Coria (actualmente Coria-Cáceres), bajo cuyo mandato se edificó el palacio, Pedro García de Galarza. Coronando la ventana central, rodeada de sillares almohadillados, como el resto, aparece el escudo de Galarza1. En el interior se encuentra un patio porticado salpicado de diversos escudos episcopales.
Castillo palacio de las Seguras
Fue construido a finales del siglo XIV y la parte más antigua que existe es la torre del homenaje situada en una esquina de la fortificación y se construyó a finales del siglo XV. Posteriormente se le añadieron una serie de estancias a lo largo del siglo XVI que constituyeron la casa fuerte de la familia de los Ovando puesto que figuraba a nombre de Pedro de Ovando desde principios de ese siglo. Una pequeña parte del castillo-palacio es de construcción moderna, la escalera principal y la torre de cubo que a principios del siglo XX se reconstruyó sobre las trazas de elementos caídos de la antigua fortaleza.
Fue construido por la rama de los Golfín que se instaló en la ciudad inmediatamente tras su reconquista.
Alonso Golfín, hijo de Pero Alonso Golfín, defensor de la causa de Enrique IV, logró que los Reyes Católicos otorgaran a su favor una licencia para fundar un mayorazgo en beneficio de su hijo, Sancho Paredes, que facultaba a éste para instituir otro con sus bienes propios y acrecer a los de su padre. Con el paso del tiempo sucedió un inmenso mayorazgo integrado por rentas y posesiones enteras.
Fue en el siglo I a. C. cuando los romanos se asentaron en campamentos (Castra Cecilia y Castra Servilia) de manera permanente en el entorno de la colina en la que estaría la colonia Norba Caesarina junto a la importante vía de comunicaciones que después se conocería como Vía de la Plata.
A 2 km hacia el SO se encuentra el antiguo municipio de Aldea Moret, actualmente barriada del mismo nombre integrada dentro de la ciudad, alrededor del cual pueden contemplarse dos yacimientos arqueológicos romanos: "Cuarto Roble y "El Junquillo". La Vía de la Plata, señalizada, puede recorrerse al sur de la ciudad: un tramo discurre no lejos del "Centro de Formación de Tropa" (Cefot) Santa Ana en dirección sur; hay un tramo excavado en Valdesalor, en donde la calzada cruza el río Salor mediante un puente medieval, recientemente restaurado, que ocupa el lugar de un antiguo puente romano ya perdido.
Iglesia de San Francisco Javier.
Iglesia de San Mateo
Cueva de Maltravieso
Fue ocupada por el hombre en distintos momentos de la Prehistoria. Se encuentra en el área caliza del sur de la capital cacereña, conocida popularmente como El Calerizo.
En 1951, en el antiguo “camino de Maltravieso” situado en el término municipal de Cáceres, se estaba realizando una explotación de caliza para la obtención de cal. Debido a una explosión de un barreno, apareció una entrada a una cavidad que se correspondía con una de las salas de la cueva de Maltravieso. Los obreros penetraron a su interior y encontraron restos humanos asociados a cerámicas. Posteriormente se exhuman varios cráneos de Homo sapiens, uno de los cuales presentaba una trepanación. Estos descubrimientos alertaron a varias personalidades locales, como Orti Belmonte (director entonces del Museo Provincial), el Conde de San Miguel (académico de Historia), Eduardo y Francisco Hernández Pacheco y José Álvarez Sáenz de Buruaga, quien difundió la noticia en el Archivo Español de Arqueología. Una figura destacada es la de Carlos Callejo Serrano, quien se convirtió en cronista y estudioso de dicha cavidad en los primeros años desde su descubrimiento.
Escudo de la ciudad de Cáceres
Escudo cuadrilongo de base redondeada; partido: 1º, en campo de gules, un castillo, de oro, almenado, mazonado de sable y aclarado de azur, en 2º, en campo de plata, un león, de púrpura, linguado de gules, uñado de oro y coronado del mismo. Al timbre, corona real cerrada
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En torno al siglo V, los visigodos arrasaron el asentamiento romano y hasta el siglo VIII-IX no se volvió a oír hablar de la ciudad.
Fueron los musulmanes, procedentes del norte de África, los que aprovecharon el lugar estratégico sobre el cual se asentó la primitiva colonia romana como base militar para hacer frente a los reinos cristianos del norte, durante los primeros siglos de la Reconquista. Así, en el año 1147 Abd al-Mumin refundó la ciudad sobre los restos hispanorromanos y visigodos. Del árabe proviene el nombre actual de Vía de la Plata, denominación de la calzada romana que unía Astorga con Mérida (del árabe balata, calzada, de donde derivó la palabra "plata").
La Reconquista cristiana de Cáceres se produjo en 1229 y fue el resultado de un largo proceso que tuvo lugar desde la segunda mitad del siglo XII a principios del siglo XIII. Durante este período, iniciado en 1142 con la conquista de Coria, el río Tajo marcaba una frontera inestable entre cristianos al norte y musulmanes al sur. El reino de Castilla ignoró en parte las posibilidades de conquistar esta zona y los intentos de incorporación de Cáceres vinieron del reino de Portugal y del reino de León, que querían ampliar su anchura en su expansión meridional. El portugués Geraldo Sempavor conquistó Cáceres a mediados del siglo XII en una campaña iniciada en 1165 que alcanzó todo el centro de la actual Extremadura, pero una alianza entre Fernando II de León y los almohades dio a los leoneses el control de la localidad en 1170.
Los almohades realizaron una expedición en 1174 en la cual consiguieron recuperar el control de Cáceres. Salvo un intento de asedio en 1183, los leoneses no volvieron a acercarse a la localidad musulmana hasta el siglo XIII. Tras la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, se produjo la conquista de Alcántara en 1213, tras lo cual los cristianos asediaron Cáceres en 1218, 1222, 1223 y 1225, produciéndose la Reconquista definitiva el 23 de abril de 1229. Aunque la conquista fue liderada por Alfonso IX de León, su fallecimiento en 1230 dio lugar a que Cáceres, como parte del Reino de León, pasase a formar parte de la Corona de Castilla y León.
Los fueros de la villa reconquistada fueron otorgados por Alfonso IX y configuraron a Cáceres como una villa de realengo directamente dependiente de la Corona leonesa y sin más gobierno local que un concejo propio. A través de este fuero, la Corona se reservaba una notable porción de tierra entre las de la Orden de Santiago y las de la Orden de Alcántara. La prohibición de propiedades señoriales recogida en este fuero impidió la formación de una nobleza fuerte, quedando la villa dirigida por una mesocracia de caballeros agrícolas.
En el siglo XV, la ciudad padeció las disputas internas de la nobleza. Los Reyes Católicos dictaron varias ordenanzas y provisiones para intentar pacificar a los nobles locales; la más destacada fue la que dictó Isabel I en 1477, durante su estancia en la villa con motivo de la Guerra de Sucesión Castellana, ya que en dicha ordenanza se estableció que los doce regidores del concejo pasarían a ser perpetuos.
Durante la guerra de las Comunidades de Castilla llegó a unirse a las filas rebeldes. El 15 de abril de 1522 el monarca concedió la amnistía a la ciudad, a excepción de los comuneros más comprometidos.
En 1653 la villa de Cáceres adquirió, junto con otras cinco localidades de la actual comunidad autónoma, un voto conjunto en las Cortes de Castilla, dando lugar con la compra del voto a la provincia de Extremadura, que en 1822 se dividiría en las de Cáceres y Badajoz. Cáceres estuvo representada en las Cortes de Madrid de 1660-1664 como parte de dicho voto conjunto.
Hasta el siglo XVIII, Cáceres no era sino una villa más de entre las muchas que existían en Extremadura. En el Catastro de Ensenada realizado en Cáceres en 1753 se indica que en la propia localidad solamente vivían 1698 familias. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVIII se empezó a producir un crecimiento en la localidad motivado por la llegada de pobladores foráneos tanto temporales como permanentes, cuya presencia dio lugar a la formación de una burguesía local hasta entonces inexistente por el carácter rural de la población. A partir de mediados de siglo XVIII, ganaderos del centro de la península, muchos de ellos de la sierra de Cameros, comenzaron a asentarse en tierras extremeñas huyendo de la crisis que sufría la trashumancia. También se asentaron aquí destacados comerciantes textiles procedentes de Cameros y Cataluña.
En 1790 se produjo un hecho decisivo en la historia de Cáceres que hizo que con el tiempo pasara de ser una simple villa a una ciudad con importancia regional: Carlos IV estableció aquí la sede de la Real Audiencia de Extremadura, el máximo órgano judicial de la región.44 Debido a ello, comenzaron a establecerse en la villa numerosos funcionarios y profesionales procedentes de muy diversos lugares de España, que hicieron crecer el peso de la burguesía local. A principios del siglo XIX, se podían distinguir ya barrios de comerciantes en el casco antiguo de Extramuros, ubicándose sus casas en la Plaza Mayor y en varias vías de sus inmediaciones como Barrionuevo, Empedrada, Parras, Pintores y Santo Domingo.
El poder judicial no fue el único sector público que aportó carácter urbano en aquella época: la defectuosa división en provincias de la Corona de Castilla provocó que muchos ilustrados reclamaran la división de Extremadura en dos provincias, lo cual benefició a Cáceres al establecerse como capital provincial. En 1810, los afrancesados intentaron crear durante la Guerra Peninsular la prefectura de Cáceres, con límites parecidos a los de la actual provincia. Diez años más tarde y durante el Trienio Liberal, en 1822 fue creada la provincia de Cáceres con capital en esta villa. Sus límites fueron muy parecidos a los actuales, aunque no incluían ni Las Hurdes ni la zona de Miajadas ni la de Guadalupe, que se añadieron en la reforma de 1834.
A lo largo del siglo XIX, el surgimiento de la capitalidad impulsó varios proyectos que consolidaron el carácter urbano. En 1846 se inauguró la plaza de toros de Cáceres, considerada una de las de mejor calidad del país en su época y que atrajo numerosos aficionados en una época en la que no existía todavía el turismo que hoy conoce el centro de la ciudad. En 1864 se descubrió en las proximidades un importante yacimiento de fosfatos y para dar cobijo a los mineros que trabajarían en su extracción se creó el poblado de Aldea Moret. En 1881 se inauguró la primera estación de ferrocarril. Cáceres fue elevada a rango de ciudad por el rey Alfonso XII el 9 de febrero de 1882. Durante toda la segunda mitad del siglo XIX, la población municipal se mantuvo estable en torno a los quince mil habitantes, el triple de población que había en el siglo anterior pero todavía lejos del gran crecimiento que se produjo en el siglo XX.
La construcción de la primera estación de ferrocarril, situada en la actual avenida Isabel de Moctezuma, supuso un problema urbanístico para la recién nombrada ciudad, ya que el casco urbano no se había extendido mucho más allá del casco antiguo de la villa. Para ello, se decidió construir el paseo de Cánovas, que se inauguró en 1895 como conexión entre el extremo meridional de la ciudad, situado entonces en la calle San Antón, y la estación ferroviaria. El paseo de Cánovas se convirtió en el eje vertebrador del ensanche de la ciudad, pues en torno al mismo surgió la avenida de España, donde en el siglo XX comenzaron a construirse chalés que con el tiempo darían lugar a los bloques de pisos que hoy forman el núcleo urbano más céntrico de Cáceres.
Guerra Civil
En el siglo XX, la Diócesis de Coria pasó a llamarse Diócesis de Coria-Cáceres, por lo que la Iglesia de Santa María fue elevada a concatedral.
En la Guerra Civil Española, las fuerzas militares de Cáceres apoyaron el golpe de Estado de 1936. Cuando las fuerzas sublevadas liberaron al falangista Luna, aquel movilizó en la ciudad a unos mil simpatizantes, y comenzó a dictar órdenes para ocupar los principales pueblos de los alrededores, así como la toma de los principales puntos estratégicos como son las líneas fronterizas con Portugal o el paso de puertos y puentes. La represión por parte de los franquistas comenzó de inmediato, siendo asesinados, entre otros, el director de “Unión y Trabajo” Pedro Montero Rubio y el alcalde de Cáceres Antonio Canales González, llegando a totalizar más de 600 personas fusiladas, unas 220 durante las navidades de 1937. El gobernador y el alcalde constitucionales fueron encarcelados y sustituidos por militares; el primero, Ignacio Mateos Guija, vio asesinados a tiros por falangistas y tirados al río Tajo a cuatro familiares, y confiscado ilegalmente el negocio regentado por su padre.
En el cuartel de Cáceres también fue impartida la formación militar básica a 700 voluntarios de la Brigada Irlandesa, integrada como la XV Bandera Irlandesa del Tercio la Legión Española. Con la fuerza de la brigada irlandesa era la unidad más grande en la Legión Extranjera Española. Bajo el mando del sargento Lee en agosto de 1936, después de la batalla de Badajoz, de acuerdo con informes de testigos oculares, soldados republicanos fueron liquidados por la Brigada Irlandesa, en cooperación con la Guardia Civil.
La sublevación en Cáceres facilitó el avance franquista por las carreteras de Mérida y Badajoz. El 26 de agosto de 1936, el general Francisco Franco llegó a Cáceres, donde estableció su cuartel general antes de iniciar el avance sobre Madrid. Allí recibió a su mujer Carmen y a su hija, a las que no veía desde el día del golpe de estado militar. Entre los días 8 y 10 de octubre de 1936, y con motivo de la solicitud de ayuda militar de Franco a Hitler, llegaron los primeros carros de combate modelo Panzer I a los castillos de las Arguijuelas de Abajo y de Arriba, que habían arribado a Sevilla en barco. Durante bastantes meses se estableció en los castillos una academia de formación de conductores de vehículos blindados, dirigidos por el coronel alemán Wilhelm von Thoma. Posteriormente la academia de formación fue trasladada a Cubas de la Sagra, en la provincia de Madrid y su material militar intervino en combates en las proximidades de los frentes de Madrid. También tuvo importantes movimientos aéreos el aeródromo de Cáceres, desde el que partían los aparatos que atacaban a las fuerzas republicanas y de la Legión Cóndor.
Una de las pocas reacciones de las fuerzas republicanas fue el bombardeo de la ciudad el 23 de julio de 1937. Aquel día cinco bimotores Túpolev soviéticos al mando del teniente coronel Jaume Mata Romeu, de las Fuerzas Aéreas de la República Española que habían despegado del aeródromo de Los Llanos de Albacete, arrojaron 18 bombas, las cuales afectaron a diversas construcciones (como el palacio del Mayorazgo, el mercado de abastos, Santa María, las traseras del cuartel de la Guardia Civil, el ayuntamiento y las calles Nido y Sancti Espíritu), causando 35 muertos y numerosos heridos.
En 1954, Manuel Llopis Ivorra, obispo de la diócesis de Coria, consiguió que Cáceres compartiera capitalidad con Coria en la diócesis, llamándose esta desde entonces diócesis de Coria-Cáceres. En 1973 se fundó la Universidad de Extremadura, con sede en Cáceres y Badajoz.
En 2003 el Ayuntamiento de la ciudad presentó la candidatura de Cáceres a Ciudad Europea de la Cultura en 2016. Para la candidatura, la ciudad se ayudó de proyectos como de Intramuros a Europa y basó su candidatura en los vínculos con América y los cinco siglos de la ascensión al trono de Carlos I de España, que se retiró en los últimos años de su vida al monasterio de Yuste. En 2008 fue presentado el proyecto al Parlamento Europeo, pero el 30 de septiembre de 2010 se anunció que Cáceres no había pasado el corte de la primera fase para ser Capital Europea de la Cultura en 2016.
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